Y es que iba pesando esto de darle al botón de encendido y apagado.
Yo, siempre on, tenía que apagar demasiado a menudo las miradas, los roces, las bromas y los besos. Ahora sí se puede, ahora no.
Pesaba, cierto, aunque hubiera sido capaz de resistir más, porque cuando hay amor, del bueno, se puede casi con todo.
Pero me desenchufaron. Tiraron del cable. Supongo que era un aparato viejo que hacía demasiado ruido. La tecnología se renueva a un ritmo vertiginoso.
Lo que nadie sabe es que yo no necesito enchufarme a otra toma de corriente.
Tengo una batería , que tira millas, y que soy capaz de recargar con solo ir a correr a la Dehesa. Tengo fuerza, y ánimo, y la seguridad de que puedo hacerlo, la esperanza pintada de verde y la ilusión siempre como meta.
No necesito tomas de red, me basta con mi batería, energía siempre renovable.
Ahora que estoy encendida para siempre, le doy a un botoncito que dice "amistad". Bonito, no?
Todo saldrá bien, recuerdo.