viernes, 6 de octubre de 2017

Llena de amor

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Me siento contenta.
Es viernes.
Estamos en Otoño.
Tengo planes para salir hoy.
¿Será por eso?
Seguro que influye pero creo que no es solo eso.
Voy queriéndome.
Voy gustándome.
Me siento feliz con como voy haciendo las cosas, he dejado de castigarme y culpabilizarme. De buscar el perfeccionismo extremo que me exigía hasta el último decimal.
Realmente me creo que me merezco cosas buenas. Muy buenas. Y las estoy consiguiendo.
Me gustan hasta mis fallos, mis imperfecciones, que trato como trataría las de mis hijos, y eso hace que todo sea más fácil.
La vida es sencilla.
Estamos aquí para experimentar, para ser felices, básicamente creo que haciendo felices a los que nos rodean.
Y hay cosas, no malas, pero si difíciles, pero si intentamos no resistirnos y dejar q nos atraviesen como el humo, terminan yéndose.
Hoy todo lo veo bonito y en color.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Torpes emocionales

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Creía que era yo.
Pero no, ahora sé que no. A veces hay chicos que te marean.
Que no saben lo que quieren.
Son inmaduros. No saben lo que es querer.
No saben si quieren o no quieren.
Se convencen a si mismos de que quieren algo serio.
Pero al mínimo contratiempo reculan.
Y entonces te dicen que no están preparados, que les viene grande.
Y tu lo asumes, jodida, pero lo aceptas, porque las cosas son bidireccionales o no son.
E  intentas rehacerte. Y tirar palante. Y pensar que mejor así.
Que seguramente era solo atracción.
Y cuando ya estas recomponiéndote aparece un "te amo" en el móvil que vuelve a mover la tierra sobre la que pisas.
Como ya son años, te aseguras de que ese te amo es real, no es producto de una borrachera, de un impulso, de una nostalgia.
Y preguntas directamente, y escarbas.
Y al final no te queda otra que creerlo, no solo porque te lo confirman, sino porque tu amas, y quieres pensar que si, que ahora si.
Pero otra vez vuelve a ser no. Otra vez mejor amigos.
Y mira chico no. Ya no. Ya soy mayorcita. Ya no me mareas más.
Te he querido. Tu a mi no. Pero ya no te quiero. Has desvirtuado la imagen que tenía de ti.
Ni te creo, ni te comprendo, ni te quiero ya.
Por ser claro has sido muy oscuro.
Hubieras sido coherente admitiendo que solo era algo físico desde el primer momento.
Pero te liaste y me liaste a mi. No quiero que me enredes.
Que pena que no sepas lo que es querer.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Saboreando

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En un momento dulce, o es ácido?.. No lo sé.
Por primera vez creo que me voy encontrando cómoda en mi propia piel.
Aprendiendo a tragar cuando el sabor es amargo, saboreando el dulce, valorando lo salado, añorando el ácido...Dándome cuenta que es la variedad, el contraste, lo que hace que todo se potencie, que cada momento sea único, irrepetible e impredecible.
Acostumbrándome a sentir más y a dejar menos control a mi mente cuando entra en espirales, en modo centrifugado, apartarla y hacer que sea mi cuerpo y las sensaciones quien me hagan consciente de cada momento vivido.
Nada es tan malo aún en el amargo. Ahora sé que pasa, y que viene algo distinto casi seguro. Ahora saboreo y respiro.
Creo que voy cogiendo el truquillo. Y me gusta.

jueves, 7 de septiembre de 2017

Ya no te quiero

 
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Y que liberación. Te quise porque me gustaste. Te quise porque lo hacías fácil. Te quise porque me hacías reír. Te quise porque teníamos mucha química, y te quise, sobretodo, porque me hacías sentir querida y deseada.
Y ese amor duró más allá de tu partida. Se extendió unos meses tras tu ausencia como la cola de una campana de Gauss.
Alimentándose de recuerdos, de imágenes pero sobretodo de sueños e ilusiones.
Tres veces cerraste la puerta. Y a la tercera va la vencida.
El amor no muere con la distancia. El amor muere cuando dan muerte a los sueños.
Pero por suerte, tengo algo que me hace querer de forma especular. Y cuando no veo ganas, voy perdiendo las mías, cuando no veo hechos, voy soltando los míos, y cuando el espacio y el tiempo se dilata, mi corazón se contrae.
Paso página una vez más. Salgo del refugio, al exterior, donde a veces luce el sol y otras veces llueve, pero estoy preparada.
Te deseo toda la felicidad del mundo.


jueves, 23 de febrero de 2017

Vuelvo


Han pasado casi cinco años desde mi última entrada. Cinco años. Y tengo miedo de empezar, de que comiencen a salir lágrimas y no ser capaz de parar, al igual que en esa escena de "Como agua para chocolate".
Han pasado muchas cosas. Ha muerto mi padre, han finalizado relaciones y he comprendido que tengo una enfermedad degenerativa.
Mi corazón es una olla a presión, pero me ha dado tiempo a apagar el fuego y a ir dejando salir el vapor poquito a poco hasta que ya no sale nada. Ahora puedo abrir la tapa, y  ver que encuentro.
Hay un gran vacío sin su presencia. Vacío hasta de palabras, que parecen ser incapaces de expresar lo que siento. Eso sí, sé que ese vacío está dejando espacio para que crezcan y germinen todas las semillas que él plantó con sus hechos.
Las cosas que antes parecían eternas, ahora sé que han finalizado, y eso, me empuja a no retrasar ni posponer su práctica.
Me he reconstruido, sobretodo mental y emocionalmente. He aprendido a andar segura de mi misma y ahora soy absolutamente consciente de que si me caigo, se levantarme sola.
He aprendido que todo pasa y todo llega, que si no ponemos una sonrisa y cierta ilusión, la vida puede ser un sitio en el que encontrar la motivación es difícil.
He descubierto que no hemos venido a obtener cosas sino a darlas, y que lo bonito es crecer.
Y no se crece siempre alegremente, sino a base de palos y cicatrices, pero a veces también con luz y sol.
El amor es lo que me mueve y me moverá siempre.
Mis hijos ocupando el número uno del ranking, y esa persona que no sé si existe, como ilusión casi virtual.
Pero amor también hacia mis amigos, con sus defectos, con lo que me saca de quicio, pero con esos momentos irremplazables que me brindan. Amor a la naturaleza, y a correr, y a cocinar, y a comer, y a leer y a ver una serie o una peli de esas que te pellizcan el alma. Amor a bailar y cantar y sobretodo a sonreír.
En un momento bajo ahora por encontrarme ante el precipicio del fin inesperado de una relación.
Una relación de esas que nació de un match en Tinder para convertirse en una reconstrucción de vidas incompletas y ajenas a uno mismo. Puzle de piezas que no encajan del todo pero que desean hacerlo.
Al menos ahora sé que me recuperaré. Sé que se sale. Sé que no me importa que el otro no haya sido sincero, o que se haya aprovechado de mis sentimientos. Duele, pero no me importa porque lo que me importa soy yo, y lo que he sentido y saber que he actuado desde la ilusión y las ganas de dar.
Y el que venga detrás que arree.