miércoles, 4 de noviembre de 2009

Tristeza con chispitas de alegría

Hace mucho que me siento muy vacía y con poco que volcar aquí.


Con ganas de tener ganas, con ganas de que me tengan ganas, con ganas de sentir ilusiones hirviendo dentro del alma.


Un día me siento alegre, con esperanzas y viendo luz y otro cae sobre mí la soledad y la oscuridad culpable. Y es que todo se entremezcla. Tristeza con chispitas de alegría. Como un nuevo sabor de helado. La vida por gracia ( o desgracia) es tortuosa, imperfecta y multicolor.


Me incliné a estudiar una ingeniería fascinada por la perfección de la física y las matemáticas. Cómoda en el mundo de la ciencia donde todo tiene su causa y su consecuencia predecible.


Pero en el mundo real las hipótesis se desmoronan, los problemas o no tienen o tienen varias soluciones, y los teoremas no siempre son válidos y aplicables.


La vida no es cuadriculada ni ordenada, es sinuosa y caótica, y en su fín, casi perfecta eso sí. Al final vas comprendiendo como la imperfección y la injusticia van moldeando algo decente.


Recuerdo la mezcla de sentimientos cuando perdí mil fiestas por estudiar la oposición. Estaba recién casada, sin responsabilidades, con un trabajo perfecto, con dinero...y en vez de disfrutar me pongo a preparar una oposición.


Triste por no vivir y satisfecha por saber que daba todo de mí por alcanzar lo que me había propuesto.


Ahora la mezcla es inversa. Ahora exprimo el momento, vivo el color, pero la insatisfacción de que mi comportamiento sea la causa de otras infelicidades me atormenta. Como la hiedra y la rosa entremezcladas.


Feliz y desgraciada, marchita y en plena efervescencia, resignada y pataleando por luchar, sin saber ya ni lo que soy. Infiel por naturaleza. A los perfumes, a las opiniones, a los estados de ánimo. Fidelidad solo guardada a mis entrañas, a mis cachorros, al amor, a 4 amigos, al Haäguen, a la Dehesa y al mar Mediterraneo...poco más.