miércoles, 5 de enero de 2011

Con las cartas boca arriba


Queridos Reyes Magos:
No sé muy bien cómo me he portado este año. He tomado grandes decisiones, meditadas y sopesadas, pero han tenido muchos daños colaterales. Supongo, que en ese sentido quizás no tenga derecho a pedir mucho. Ya he encontrado demasiado.
Sin embargo, no me resisto a pedir.
Pongo los zapatos vacíos bajo el árbol níveo que ha redecorado mi vida esta nueva Navidad.
Ahí va mi carta. Ambiciosa. Como casi todas mis aspiraciones.
1.- Tranquilidad. Buscada. Ante mis comeduras de tarro. Ante las espirales negativas. Nada es tan importante, tan malo, ni tan terrible. Todo va a salir bien.
2.-Salpimentar mi existencia con esas pequeñas ilusiones que yo misma me voy creando. Que no falten. Que me siga ilusionando con casi todo. Lecturas, canciones, regalos, sonrisas, sabores, emociones...
3.- Reducir a una cantidad infinitesimal, tendente a cero, la culpabilidad que siento por casi todo, especialmente por el dolor ajeno.
4.- Amor. Del bueno. Filial, paternal, fraternal, propio, y el suyo. A mares.
5.- Y ya si eso, un Rolex Perpetual Explorer...

1 comentario:

  1. Querida chocolate:

    Me da envidia tu carta. A mí ni se me ocurre pedir nada. Hace unos años Pepe me preguntó por los Reyes Magos y le contesté que eran unos tipos raros que desaparecerían en unos dos años (él tenía seis o siete) y que cuando pasaran unos cuantos más, él se convertiría en Rey Mago. Me miró con una cara desconfiada-dubitativa-mimadreestalocapabersemuerto. Ahora me lo recuerda y me llama cabrona.
    Me encanta ver y sentir la ilusión.
    A mí, lo que no me curro, no me sale. Y aún así, me sale poco. ¿Será que no sé? ¿Será que espero más de lo que puede ser? ¿Será que he perdido lo último...?
    Me encanta leerte.
    Empiezo a recuperarme de la navidad.
    Mil besos de Melchor, Gaspar y Baltasar. (Me he gastado más que ellos, pabernosmatao!)

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