Mi padre se cambia la bolsa con ese olor nauseabundo en el
baño. Me da
tanta ternura y pena que un nudo me atraganta la garganta y no soy capaz de
hacer nada.
Mi madre , apática, es incapaz de
mostrar signos de acercamiento o interés (hacia mí, no hacia mi padre). Algún
desplante , reproche o piropo ajeno es lo único que consigue articular para que
exista algo que pueda llamarse relación.
Mi hermana compite, a través de
sus hijos, y ante cualquier amenaza que pueda desbancar su reinado, ataca con
furia y crueldad.
Me siento muy sola en este mundo
cada vez mas ajeno, sola y triste, incapaz e impotente.
Intento mostrarme cercana, lanzar
signos y lazos, pero todo cae en saco roto, se pierden en un agujero negro y me
desanimo.
Sé que mi padre está cansado de
luchar y lucha. Compagina el veneno de la quimio con 9 hoyos al lado de su
amigo Julio, cogiendo higos, cortando filos, rastrillando hojas.
Sé que mi madre está harta de
mediar, de poner buenas caras a sus hijos naturales y políticos, harta de
hospitales y de ser el copiloto en una carrera finita. Sé que no tiene ganas,
que no nos comprende y que se siente incomprendida.
Me gustaría poder darle un abrazo
a mi padre, y hablar, y escuchar, pero una barrera invisible me lo impide.
Me gustaría poder decirle a mi
madre que la entiendo, que me dejó muy sola pero que la perdono, decirle que
puso un listón muy alto al que no puedo llegar, por que soy infinitamente peor
que ella.
Pero las vías de comunicación son
inexistentes, no hay cobertura.
Y la soledad me puede. Echo de
menos un cariño que siento muy lejano, echo de menos una pregunta, un interés,
un capote.
Y sé que añoro lo mismo que soy
incapaz de dar. Raro.
Y me hace pensar en que soy
afortunada porque me siento querida en otra parte.
Aún siendo mi vida un puzle,
lleno de piezas que encajan pero que no se unen, cada una por su parte, que me
aportan y configuran mi propio yo sin apenas conocerse, solo con la conciencia
de que existen.
Me gustaría que no fuera sí pero
no tengo fuerzas ni esperanzas ya de cambiarlo.
Mamá te quiero, papá te quiero,
sé que a pesar de todo lo entendéis.
Y a ti, hermana, como decirte que
a pesar de todo lo que me has hecho sufrir desde bien chicas, a pesar de todo
lo que me has hecho llorar, cada año vengo con la esperanza de encontrar
complicidad, de verte alegrar por la
alegría ajena o compadecer la tristeza
vecina y siempre me encuentro el aguijón o la indiferencia.
Os quiero a todos y deseo no
tener estos sentimientos no correspondidos.
Amor, decirte un par de cosas...
ResponderEliminarDeja fluir, no fuerzes y las circunstancias se encaminarán por sí solas.
Otra, la barrera invisible creo que no es tal barrera sino que es síntoma de ese malestar y con avanzar y sobrepasarla se diluirá.
De todas formas cada uno juega a su manera y lo chulo es entrenar juntos para compaginarse, conocerse y hacer un partido entretenido aún sin goles.
Me tienes a tu lado y ya somos 2 para empezar a tocar la bola.