viernes, 3 de diciembre de 2010

Sonriendo


Hoy luce el sol en Madrid. El cielo esta tan azul y el sol tan brillante que parece primavera, pero estamos en Diciembre y hay 1ºC de temperatura.

Yo acabo de llegar a mi despacho, he llevado a los niños al cole, cantábamos en el coche, ellos oliendo a Nenuco y yo a Light Blue, labios con gloss, colorete "Orgasm" de Nars, y una sonrisa de oreja a oreja. Saludo a madre Carmen y beso las caritas frías y sonrientes, escucho la radio en el Fiat 500, aparco en la -2, hay sitio, ficho y saludo con un guiño a Amaya. "Hija, tu siempre tan sonriente, que gusto"-me dice. Pero mi temperatura interior es aún mas baja que la atmosférica.

Tengo ganas de llorar, pero no me salen lágrimas.

Soy muy reiterativa, pero vuelven a ser ellos los que tiran de mí. La maquinaria y su bendita inercia.

Kiwis por la mañana, leches con cereales, uniformes, revisión de mochilas, chaquetas , guantes, bufandas. Patentes, aerogeneradores, alternadores, excéntricas, solicitantes, llamadas, más patentes. 27 hasta Bárbara de Braganza, vestuario, bikram yoga, sudor, ducha, 27 hasta Castellana 75. Coche a casa, ensalada o sandwich de máquina, frutas en tupper, bocatas de jamón con tomate, colegio, madres, charlas, merienda, patines, fútbol. Lavar manos, deberes, mas deberes, separar ropa blanca y de color, mochilas, preparar ropa nueva para el día siguiente, ordenar, ordenar, ordenar, limpiar zapatos, coser un botón, que hay de cena mami?, cocinar, no os peleéis, es que Juan, es que Lucía, duchas, pijamas, zapatillas, la cena esta en la mesa, dientes y pis, leer, rezar, besar , querer. Hay de todo en la nevera? Cuando era el médico de Lucía? , hay q vender las papeletas para el sorteo de Navidad de Juan, hay que sacar los billetes para irnos a Almería, tengo que llamar a IKEA: mi cama BRIMNES se ha roto y el somier se cae de la estructura. Tengo que teñirme las malditas canas, hay que pensar en los regalos de Reyes, como repartirnos su padre y yo. Falta Nescafé. A ver si me paso mañana por H&M y le compro una sudadera a Juan y un pantalón de chándal a Lu.

Pongo la tele, cojo una bolsa de anacardos y saco los kiwis de la nevera para mañana.

Nadie me llama. Me siento sola. Y triste. Decepcionada.

Sé que a pesar de sentirme así todo continuará como si nada.

Hoy inauguran una nueva tienda de Hackett en Jorge Juan. Yo , sin embargo, clausuro mi almacén de ilusiones.

2 comentarios:

  1. Jo!¡No llores!¡Eres fantástica!
    Tanto que das miedo.

    Alimentación muy sana. Y todo en orden. A cumplir con nuestras obligaciones no hay quien nos gane... A reír en un mar de lágrimas, tampoco. Pero, ¿y el cómplice? Una mirada, un achuchón en el pasillo, una renuncia por cada diez tuyas...

    Dicen que enterrar las ilusiones es una forma de morirse. Yo creo que más bien es una forma de vivir de otra manera: darse y observar la reacción de los demás, dejar que todo fluya (a veces, rasca mamá!)y mantenerte siempre en el lugar correcto (¡qué difícil!).

    Estar con tus hijos pequeños es la forma más rara y total de la soledad que he conocido. ¿Soy egoísta?

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  2. Ah! te compro papeletas...

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